A pesar del positivo panorama de crecimiento que experimenta en el país este sistema de agricultura, los productores sienten que están solos, ya que serían insuficientes los programas públicos específicos vigentes. También acusan que falta respaldo financiero en los primeros años del cambio.
A nivel global, el consumo de orgánicos no para de crecer y se transforma en un mercado que en 2017 representó US$ 97.000 millones en el mundo, de acuerdo a los datos publicados en la encuesta de Ecovia Intelligence 2019.
Chile responde a esa tendencia no solo aumentando la superficie productiva y las exportaciones de esos productos, sino sumando acuerdos -con la UE y Brasil- que abren nuevos caminos internacionales a los productos locales. Pero, a pesar de las buenas noticias comerciales, los productores de orgánicos sienten que no tienen un apoyo concreto y que existe una ausencia de políticas públicas que incentive invertir en este tipo de producción, lo que finalmente atenta contra la posibilidad de aprovechar efectivamente el potencial que tiene el país en este rubro.
“Muchos de los que entran a la agricultura orgánica terminan desilusionados por falta de interés de las instituciones”, declara Matías Doggenweiler, presidente de la Red de Productores Orgánicos Región de Los Lagos, compuesta por 50 agricultores.
Reconocen que a nivel país en los últimos años se viene trabajando el tema, con la creación de sellos y la homologación de los sistemas chilenos con el europeo, americanos y ahora con Brasil, que buscan facilitar y disminuir los costos de la certificación. Pero lo que no existe, dicen, son incentivos reales para transformarse en orgánico, ni financiamiento específico, en un rubro que requiere inversiones que, de acuerdo a los productores, son mayores que los tradicionales, lo que dificulta el ingreso de nuevos productores, especialmente los pequeños y medianos.
“El incentivo de las políticas públicas son puras palabras. Aquí no hay ningún financiamiento específico y, por lo tanto, los productores tienen que valérselas por sí solos”, recalca Carlos Pino, presidente de la Asociación Gremial de Agricultura Orgánica del Centro Sur, que cuenta con 12 productores desde Valparaíso hasta La Araucanía.
Agrega que ello es una necesidad, ya que “no es lo mismo ser productor orgánico que convencional, porque necesitas por lo menos diez años para poder estar estabilizado con un sistema técnico económico funcionando. Si nosotros tuviéramos a lo menos políticas que apoyaran los tres primeros años de transición…”, dice Pino.
Los problemas, además, pasan por la comercialización, ya que, según plantea Gastón Fernández, presidente de la Agrupación de Agricultores Orgánicos y Agroecológicos del Maule, no existe un canal para sus productos que sea eficaz.
“Si bien Chile ha avanzado muchísimo, yo creo que todavía tiene que fortalecer el desarrollo de instrumentos metodológicos para el fomento de la producción orgánica. Definitivamente hay que mejorar las propuestas de políticas y agendas para el fomento de la actividad”, declara Jaime Flores, representante en Chile del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
En el Estado se reconoce que hay dificultades por vencer, especialmente a nivel de conocimientos y espacios. “El mayor problema que se les presenta a los pequeños agricultores es conocer la norma, aplicarla, llevar registros y encontrar un lugar donde puedan hacer esta agricultura orgánica sin tener contaminación de los predios vecinos. Porque no en todos los lugares de Chile se puede hacer agricultura orgánica”, afirma Pilar Eguillor, secretaria técnica de la Comisión Nacional de Agricultura Orgánica de Odepa.
174.667
hectáreas orgánicas había certificadas en el país en 2017, incluida la recolección silvestre.32%
fue el crecimiento respecto de las 131.974 hectáreas informadas en 2016.213
empresas chilenas exportaron más de 61 tipos de productos orgánicos por US$ 250 millones en 2018.El 1er
lugar en los envíos de berries orgánicos lo ocupan los arándanos frescos, seguidos por los congelados. Gran impulso también presentan la uva vinífera, el manzano y los olivos.
Alto costo de certificarse
El costo de la certificación es uno de los principales problemas que manifiestan los agricultores, ya que se ha elevado durante el último tiempo.
“Antes de entrar en rigor la norma de equivalencia, las certificadoras cobraban más o menos entre 100 mil y 200 mil pesos por RUT, por la norma nacional. Y ahora quintuplicaron los costos con la misma norma, lo que afecta directamente al pequeño y mediano productor”, recalca Carlos Pino.
De ahí que los agricultores pidan mayores regulaciones en los procesos de certificación.
“Sí, es caro. Mi día es de 19 UF, y no hay inspección que no necesite por lo menos un día de trabajo, y todavía no está emitido el certificado. Entonces, 19 UF al día más la certificación, yo creo que nosotros no podemos certificar a ni una sola entidad por menos de 30 UF. No llego”, señala Henrich Neisskenwirth, presidente de Ecocert, la mayor certificadora de agricultura orgánica en el país.
Es la razón por la que en el sector productor piden abrir el juego. “Porque si hay un monopolio de solo dos o tres empresas, la certificación se vuelve un negocio, y no un instrumento que facilite el comercio”, afirma Jaime Flores.
“Yo creo que en Chile por lo menos el sistema está muy bien, por el SAG, que es el que supervisa esto. Entonces tenemos un sistema que es eficiente, aplicado y supervisado. Existen reglas claras y exigencias parejas para todos”, comenta Neisskenwirth.
Los productores insisten en que el costo de la certificación es el gran problema, sobre todo porque durante el período de transición desde convencional a orgánico es 30% mayor, pero la ganancia es la misma o inferior a la de un productor convencional. “Por lo tanto, se necesitan tres años más para poder recuperar ese 30%. El productor recién al séptimo año recupera el gasto ejecutado”, explica Pino.
Lo que hay
Si bien en el IICA destacan el potencial de crecimiento de la producción orgánica y la visión de mediano y largo plazo que existe para fortalecerla y promoverla, los agricultores opinan que los programas de apoyo, asesoría y de financiamiento a los que pueden acceder son deficientes. “Lo que esperamos es una clara política pública e incentivos a la asociatividad y al cooperativismo moderno, pero que tenga instrumentos específicos para la agricultura orgánica”, dice Carlos Pino.
Pilar Eguilor explica que no hay un incentivo específico para la agricultura orgánica, porque puede utilizar la bateria de productos con que el Ministerio de Agricultura promueve el desarrollo de la agricultura sustentable en general a través de distintos programas.
Uno ellos es el que entrega Corfo, un financiamiento que cubre un año, de los tres, que toma el proceso de transición para poder acceder a la certificación orgánica. El instrumento permite contar con un sello que indica que se está en dicha fase, pero los productos no pueden ser vendidos con el distintivo de orgánico.
“La Corfo apoya con un copago de un año de certificación, para incentivar a que las personas entren a este sistema orgánico de agricultura”, detalla Eguillor.
Hasta ahora la demanda por este programa se ha focalizado en el rubro de berries, en particular arándanos, frambuesas y moras orgánicas. “El año 2018 el 22% de las proyectos de fomento a la calidad que se financiaron para el sector agroalimentario fueron para agricultura orgánica”, indica Claudio Valenzuela, gerente de Redes y Competitividad de Corfo.
Los agricultores encuentran que el apoyo es demasiado corto al ser solo por un año, ya que deben enfrentar los otros dos. Además, critican que “los que están en producción no tienen ningún tipo de apoyo, ni en la implementación ni en el pago del certificado”, comenta Carlos Pino.
Otros programas que pueden ser de ayuda son el de recuperación de suelos, del SAG e Indap, aunque no son específicos para los orgánicos, y que consisten en un cofinanciamiento para prácticas conservacionistas. Matías Doggenweiler destaca que en la Región de Los Lagos, se han hecho programas especiales de agroecología.
A este programa se le han agregado prácticas orgánicas para apoyar específicamente a estos agricultores, cuenta Eguillor.
Ventajas internacionales
Chile cuenta con dos acuerdos internacionales que le otorgan un mercado más accesible para los orgánicos. El convenio de equivalencia firmado con la Unión Europea, que es un reconocimiento único para un país que no pertenece a la comunidad, permite a los agricultores chilenos certificados exportar sus productos a Europa.
“Esto es importantísimo, porque es un reconocimiento no solo a las políticas, sino también a los marcos normativos y a la fortaleza institucional que tiene el país. Esto hace que para los productores se abra una oportunidad enorme”, afirma Jaime Flores, de IICA.
Además, está el memorándum de entendimiento con Brasil, el cual les permitirá a los pequeños agricultores vender sus productos en ese país con el reconocimiento de la normativa chilena, y viceversa, ya que los productos brasileños podrán ingresar al país con su sello orgánico.
“Es el único caso en el mundo donde este sistema va a ser reconocido y los pequeños productores van a poder exportar sus productos”, recalca Eguillor.
Este memorándum no significa solo mejorar el intercambio de productos -que el año pasado representó US$ 1,7 millones para Chile, sino que también busca compartir conocimiento y aprender de la experiencia brasileña en agricultura orgánica. Por ello, habrá intercambio técnico y de profesionales.
“Hay todo un apoyo en capacitación que vamos a empezar mediante la Comisión Nacional de Agricultura Orgánica, a través de Indap, SAG y Odepa. Y también en todo lo que significa el proceso exportador, desde ProChile. Brasil va a ser la primera oportunidad que van a tener para exportar como agricultores ecológicos, sin empresas certificadoras”, detalla Eguillor.
“Lograr estos acuerdos es simplificar, definitivamente, de 40% a 60% el poder insertarse en un mercado”, enuncia Flores.
La proyección es seguir con acuerdos, por ejemplo con Suiza y con Canadá. “En nuestra lista está Estados Unidos, al que ya presentamos el dossier , y estamos a la espera de su comentario”, cuenta Eguillor.
“La UE y EE.UU. absorben el 90% de los productos orgánicos del mundo. Son los mayores consumidores y no tienen suficiente oferta”, detalla Pilar Eguillor.
Fuente: Revista del Campo, El Mercurio