Columna de opinión por Gerardo Wijnant, Responsable Área Medio Ambiente Doble Impacto.
Este sábado 4 de Julio, es el “Día internacional de las Cooperativas” y este año se conmemora, en el contexto de esta pandemia que estamos viviendo, con todo el dolor e incertidumbre que ha generado a nivel global. Esta situación es la ocasión de repensar la forma que desarrollamos la actividad económica y por tanto la necesidad de generar innovación, crear oportunidades y desarrollar nuevos negocios se hace fundamental, pero para poder ser sostenibles en el nuevo escenario que se nos presenta, debemos considerar una mirada integral de desarrollo. En este sentido las cooperativas nos proveen un buen y notable ejemplo de colaboración, compromiso, construcción en común y solidaridad para con sus asociados y respeto por todo lo que implica su entorno. Al mismo tiempo y apreciando el gran esfuerzo de creación de la Banca Ética que se ha impulsado por medio del trabajo de Doble Impacto en Chile y el proyecto latinoamericano que surge con fuerza en este tiempo, es que comparto esta reflexión que conecta en su coherencia ambos esquemas.
El movimiento cooperativo y su esquema de trabajo asociativo, de alto compromiso con un desarrollo sostenible, cobra cada vez más relevancia en nuestro país. Se han ido formando nuevas cooperativas, en especial, por personas jóvenes que han percibido en esta forma de organizarse, una manera más horizontal, respetuosa y más equitativa de desarrollar actividades o resolver problemáticas que les afectan, generando una real y genuina participación para dar respuestas adecuadas y que contribuyan a una mayor equidad y realización personal y comunitaria. En el tiempo que vivimos esto es una gran posibilidad de avanzar en la creación de una Nueva Realidad basada en Valores y Sentido.
Una cooperativa es, según la ACI (Alianza Cooperativa Internacional), “una asociación autónoma de personas que se han unido de manera voluntaria para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales en común mediante una empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática”. La misma entidad declara que existen más de 3 millones de cooperativas en el mundo, que contribuyen a un crecimiento económico sostenible y a un empleo estable y de calidad.
La característica que mejor define la empresa cooperativa en comparación con una tradicional es que el elemento organizador no es el capital sino el trabajo. El capital ya no domina al resto de factores productivos (entre estos, el trabajo), sino que disminuye su poder dentro de la empresa, aunque presione fuertemente sobre esta desde su posición predominante en el mercado y en el entorno sociopolítico.
