En los paisajes áridos y semiáridos de Chile, el espino (Acacia caven) destaca como un símbolo de resiliencia y versatilidad. Durante décadas considerado erróneamente como invasor, investigaciones recientes han reafirmado su importancia ecológica y cultural en los ecosistemas mediterráneos del país. Sin embargo, la falta de datos precisos sobre su población y las amenazas a su hábitat plantean desafíos para su conservación. Esta nota explora la relevancia del espino, su estado de conservación, sus usos, distribución, proporciones estimadas y tipos, basándose en evidencia científica y fuentes verificables.
Una especie nativa, no endémica, con raíces profundas
El espino no es endémico de Chile, sino nativo, con una distribución que abarca Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil. Originario de los bosques secos del Mioceno (hace 5-25 millones de años), en Chile se encuentra desde la Región de Atacama hasta la Región del Biobío, entre 0 y 1.400 metros sobre el nivel del mar, prosperando en matorrales espinosos y bosques esclerófilos. Crece en quebradas y laderas soleadas en el norte (Atacama y Coquimbo), en laderas de exposición norte en el centro (Región Metropolitana y Valparaíso) y en valles centrales y faldeos precordilleranos hacia el sur (hasta Biobío).
Es un árbol espinoso de madera dura, de 2 a 6 metros de altura, aunque puede alcanzar los 10 metros en condiciones óptimas. Su tronco tortuoso, de hasta 50 cm de diámetro, tiene una corteza gruesa y negruzca. Florece entre agosto y octubre, con flores amarillas en forma de pompones, produciendo una legumbre negra conocida como “quiringa” o “quirincho”.
Proporciones y distribución en Chile
Cuantificar la población exacta de espinos en Chile es un desafío debido a la falta de inventarios nacionales específicos. Sin embargo, estudios regionales y estimaciones científicas ofrecen algunas cifras. El espino domina los “espinales”, formaciones de matorrales espinosos que cubren aproximadamente 1,2 millones de hectáreas en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana y O’Higgins, con densidades que varían entre 100 y 500 árboles por hectárea en función de las condiciones del suelo y el manejo. Esto sugiere una población estimada de entre 120 y 600 millones de espinos en estas regiones, aunque no existen datos actualizados que confirmen estas cifras.
En la Región Metropolitana, el bosque espinoso, compuesto por espino y algarrobo (Prosopis chilensis), está gravemente amenazado. Un estudio publicado en Gayana Botánica estima que el 80 % de este ecosistema ha sido degradado, con densidades de espino reducidas a 50-150 árboles por hectárea en áreas perturbadas, comparado con hasta 300 árboles por hectárea en espinales bien conservados. En sitios como Batuco y Huechún (Región Metropolitana), las poblaciones de espino muestran signos de declive debido a la urbanización y el pastoreo, con tasas de regeneración bajas (menos del 10 % de plántulas sobreviven anualmente).
Un aliado ecológico inesperado
El espino desempeña un rol crucial como “planta nodriza”. Estudios liderados por Meredith Root-Bernstein, del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), demuestran que no invade bosques cerrados, sino que coloniza áreas abiertas degradadas por incendios o actividades humanas. Bajo su copa, crea un microclima con sombra, temperaturas más bajas y mayor humedad, favoreciendo el establecimiento de especies nativas como el litre, el boldo y el peumo. Al ser una leguminosa, fija nitrógeno, enriqueciendo suelos degradados y beneficiando a la fauna, como pequeños mamíferos y ganado que consumen sus semillas.
Su potencial en la restauración ecológica es significativo, especialmente tras incendios forestales. Sin embargo, manuales de restauración en Chile a menudo recomiendan eliminar espinos, una práctica que debería reconsiderarse para aprovechar su capacidad de regeneración natural.
Estado de conservación: Una alerta silenciosa
El espino no está clasificado como en peligro según el Ministerio del Medio Ambiente, pero su hábitat enfrenta amenazas severas. En la Región Metropolitana, el bosque espinoso está al borde de la extinción debido a la expansión urbana, el desarrollo inmobiliario y la agricultura intensiva. Estudios indican que el 67,7 % de la flora en espinales es exótica, con el espino representando hasta el 37,5 % de las especies nativas en estas áreas degradadas. Perturbaciones como el pastoreo, la introducción de especies invasoras (ej., conejos) y la acumulación de basura reducen su regeneración.
Un caso emblemático es el de “La Madre Espino” en Alhué (Región Metropolitana), un ejemplar de unos 2,5 metros de diámetro de tronco y posiblemente más de 300 años, considerado uno de los más grandes de Chile. Este árbol evidencia la resiliencia del espino, pero también su vulnerabilidad, ya que está aislado y rodeado de monocultivos.
Usos tradicionales y contemporáneos
El espino ha sido históricamente vital para las comunidades chilenas. Su madera se usa para artesanías, muebles, piezas de máquinas y leña. En el norte, sus frutos molidos sirven como sustituto del café, y sus flores son valoradas en perfumería. En sistemas silvopastorales, mejora la productividad de praderas al proporcionar sombra y enriquecer el suelo, según el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA). Su explotación está regulada por el Decreto Supremo 366 de 1944, que requiere autorización del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) para su tala.
Tipos y variedades
No se han identificado subespecies significativas de Acacia caven en Chile, pero su fenología varía según la latitud. En zonas áridas, pierde hojas en verano, mientras que en áreas más húmedas las conserva hasta dos años. Estudios sugieren variedades como Vachellia caven var. caven y var. dehiscens en otros países, pero en Chile predomina la forma estándar.
Un llamado a la acción
El espino es un pilar de los ecosistemas mediterráneos y la cultura chilena, pero su futuro es incierto sin medidas de conservación. La Fundación Reforestemos y estudios del IEB destacan su rol en la restauración, pero se necesitan políticas que protejan los espinales y promuevan su reforestación. Proteger al espino es proteger la biodiversidad y el legado cultural de Chile.
Fuentes:
- Cabello, A. & Donoso, C. (2006). Acacia caven (Mol.) Mol. Las especies arbóreas de los bosques templados de Chile y Argentina. Autoecología.
- Root-Bernstein, M. (2017). Estudio indica que el espino protege a otras plantas nativas. La Tercera.
- Ovalle, C. & Avendaño, J. (1984). Utilización Silvopastoral del Espinal. Agricultura Técnica.
- Scielo (s.f.). En la senda de la extinción: El caso del algarrobo Prosopis chilensis y el bosque espinoso en la Región Metropolitana de Chile Central.
- Ministerio del Medio Ambiente (MMA). (2018). Biodiversidad de Chile.
- Revista Endémico (2023). La madre espino: ¿el ejemplar más grande de Chile?