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De Medio Oriente a Chile: las tres amenazas que todo exportador debe conocer

Santiago, 13 de junio de 2025

La escalada de tensiones entre Israel e Irán, que hoy provocó un alza del 13% en los precios del petróleo tras nuevos ataques israelíes, resuena con fuerza en las oficinas de los exportadores agrícolas chilenos y en los mercados internacionales de alimentos. Para un país como Chile, que exporta más de 2,6 millones de toneladas de fruta anualmente a más de 100 países, incluyendo uvas de mesa, arándanos, nueces, cerezas y paltas, los conflictos geopolíticos en regiones aparentemente distantes pueden traducirse en desafíos inmediatos para su economía agrícola y la seguridad alimentaria global.

La tormenta perfecta: petróleo, fertilizantes y costos de transporte

Los conflictos armados en Medio Oriente generan una cadena de efectos que impacta directamente la competitividad de los productos agrícolas chilenos. Cuando los precios del petróleo se disparan, como ocurrió hoy con un incremento del 13% tras los ataques israelíes a instalaciones iraníes, los costos de transporte marítimo y aéreo se elevan proporcionalmente. Para los exportadores chilenos de cerezas, uvas, paltas y arándanos, cuyos productos deben viajar miles de kilómetros para llegar a mercados como Estados Unidos, Europa y Asia, cada dólar adicional en combustible se traduce en menor competitividad internacional.

Los fertilizantes, otro insumo crítico para la agricultura, también experimentan volatilidad cuando se interrumpen las cadenas de suministro globales. Aunque el Banco Mundial proyecta una estabilización de los precios de commodities para 2025, la incertidumbre geopolítica actual mantiene a los mercados en tensión constante.

Rutas comerciales en jaque: el estrecho de Hormuz y el canal de Suez

Las tensiones regionales amenazan directamente las rutas comerciales vitales para el comercio global. El estrecho de Hormuz, por donde transita aproximadamente el 20% del petróleo mundial, se convierte en un punto crítico cuando las relaciones entre Irán e Israel se deterioran. Paralelamente, los ataques de los hutíes respaldados por Irán en el Mar Rojo han demostrado cómo los conflictos regionales pueden disrumpir las cadenas de suministro global, afectando desde los tiempos de entrega hasta los costos de seguros marítimos.

Para Chile, cuya ventaja competitiva radica en su producción contra-estacional que permite abastecer frutas frescas durante el invierno del hemisferio norte, cualquier retraso o encarecimiento en el transporte puede ser devastador para productos altamente perecederos.

Bolsas de valores: el termómetro de la incertidumbre

Los mercados financieros internacionales reaccionan inmediatamente a las escaladas en Medio Oriente, generando volatilidad que se extiende a los sectores agrícolas. Las bolsas de valores de Nueva York, Londres y Frankfurt, referencias clave para los inversionistas en el sector agroexportador chileno, experimentan caídas cuando aumentan las tensiones geopolíticas, lo que puede reducir el acceso a financiamiento y encarecer el capital de trabajo necesario para las operaciones de exportación.

Esta volatilidad financiera también afecta los tipos de cambio, impactando directamente la rentabilidad de los exportadores chilenos que facturan en dólares pero tienen costos operativos en pesos.

La amenaza nuclear: escenarios de riesgo extremo

Un escalamiento hacia un conflicto con componentes nucleares entre Israel e Irán representaría un escenario de riesgo extremo para la economía global. Tal situación podría eliminar completamente el petróleo iraní del mercado, provocando alzas significativas en los precios energéticos. Este choque energético tendría efectos cascada en todos los sectores de la economía, incluyendo un encarecimiento significativo de la producción y transporte de alimentos.

Seguridad alimentaria global: Chile como actor clave

En un contexto de creciente incertidumbre alimentaria global, Chile emerge como un actor fundamental para la seguridad alimentaria mundial. Como parte de los cinco principales exportadores de fruta del mundo junto a Estados Unidos, España, México y Países Bajos, Chile tiene una responsabilidad particular en mantener el suministro estable de alimentos frescos y nutritivos.

Durante la temporada 2023-2024, las exportaciones frutícolas chilenas alcanzaron los US$6.76 mil millones FOB, consolidando al país como un proveedor esencial para mercados globales. Sin embargo, esta posición privilegiada también implica vulnerabilidades, ya que la dependencia de mercados internacionales significa que las disrupciones geopolíticas pueden afectar tanto la capacidad exportadora como los ingresos por divisas que sustentan la economía nacional.

Diversificación de mercados: el caso de India como socio estratégico

La estrategia de diversificación de mercados cobra especial relevancia en este contexto incierto. Chile e India se preparan para lanzar la primera ronda de negociaciones de un Acuerdo de Asociación Económica Integral (CEPA), lo que representa una oportunidad significativa para los exportadores frutícolas chilenos de acceder a un mercado de más de 1.400 millones de consumidores.

India, como economía emergente de rápido crecimiento y con una clase media en expansión, presenta un potencial considerable para productos premium chilenos como cerezas, arándanos y nueces. Esta diversificación geográfica puede servir como amortiguador ante disrupciones en mercados tradicionales como Estados Unidos, Europa y China, especialmente cuando conflictos en Medio Oriente afectan rutas comerciales hacia estos destinos.

Soberanía alimentaria: el dilema del equilibrio

El debate sobre soberanía alimentaria cobra nueva relevancia en este contexto. Mientras Chile ha desarrollado una industria agroexportadora exitosa, concentrada en diversos productos donde las cerezas representan un segmento de alto valor, las uvas de mesa constituyen un volumen importante, y productos como arándanos y nueces han experimentado crecimiento sostenido, estudios recientes muestran desafíos en el equilibrio entre producción para exportación y seguridad alimentaria local.

Estrategias de adaptación y resiliencia

Ante este panorama, los exportadores chilenos están implementando estrategias de diversificación de mercados y rutas comerciales. El sector frutícola nacional, que abarca 375.600 hectáreas de producción, ha demostrado capacidad de adaptación y crecimiento, alcanzando récords en volúmenes exportados durante la temporada 2023-2024.

La exploración de mercados alternativos y el desarrollo de cadenas de suministro más resilientes se han convertido en prioridades estratégicas para mitigar los riesgos geopolíticos. La próxima negociación del CEPA con India representa precisamente este tipo de iniciativas que buscan reducir la dependencia de mercados tradicionales.

Navegando la incertidumbre global

Los conflictos en Medio Oriente, aparentemente distantes de los valles agrícolas chilenos, tienen el poder de transformar las condiciones operativas de toda la industria agroexportadora nacional. La interconexión de los mercados globales significa que cada escalada militar, cada fluctuación en los precios del petróleo y cada nueva sanción internacional pueden repercutir directamente en la competitividad de las cerezas, uvas, arándanos y nueces chilenas.

Para Chile, mantener su posición como potencia agroexportadora en un mundo cada vez más incierto requiere no solo excelencia productiva, sino también capacidad de adaptación, diversificación estratégica y una comprensión profunda de las dinámicas geopolíticas globales que, aunque ocurran a miles de kilómetros de distancia, pueden determinar el destino de sus cosechas.

La lección es clara: en la economía globalizada del siglo XXI, la seguridad alimentaria y la soberanía económica de las naciones están intrínsecamente ligadas a la estabilidad geopolítica mundial. Para Chile y sus agricultores, esto significa que el horizonte de planificación debe extenderse más allá de los ciclos climáticos para incluir los ciclos geopolíticos que definen el orden internacional contemporáneo.