17 son los objetivos que los 193 Estados miembros de la ONU aprobaron el 25 de septiembre de 2015 y que conforman la Agenda 2030.
Para complementar esta hoja de ruta mundial, desde España, la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom), Prodigioso Volcán y la Fundación Gabo proponen la incorporación de un Objetivo 18: Comunicación clara, ética y responsable. Así, defienden, se podrá articular, en forma de ley blanca, el derecho a entender de las personas.
Los promotores de esta iniciativa, que cuenta con el apoyo de otras entidades de calado mundial, como la Global Alliance for Public Relations and Communication Management, sostienen que esto permitirá acelerar los 17 ODS restantes. En el portal que han habilitado para la recogida de firmas exponen que “la Agenda 2030 es una oportunidad para proteger nuestro planeta y sus 17 objetivos suponen un llamamiento mundial a la acción”, explica. Y añaden, “pero si el mundo no entiende esa llamada: ¿quién actuará?”.
El ODS 18, como los demás objetivos, serviría como guía en todos los niveles. Según los promotores, a escala global, garantizaría un mayor liderazgo, más recursos y soluciones más inteligentes. En el ámbito local, apoyaría las transiciones necesarias en las políticas, los presupuestos y las instituciones. Y, en el ámbito individual, generaría un movimiento imparable que impulse las transformaciones necesarias.
Una comunicación clara y responsable
En los últimos años, parece que la desinformación haya obtenido una actualización. Las tecnologías derivadas de la Inteligencia Artificial (IA) han sofisticado los mensajes (en todos los formatos) engañosos. Los deepfakes son cada vez más realistas y las herramientas de alteración de imágenes por IA son ya armas para el perjuicio, incluso dentro de las aulas.
La hoja de ruta del ODS 18 incluye una serie de objetivos a corto y medio plazo. Antes de 2025, se propone conseguir convertir los mensajes emitidos por instituciones y empresas en claros, sencillos y asequibles, aumentar las capacidades de conexión de las personas —especialmente en las zonas más despobladas— y mejorar las habilidades digitales de la población, proporcionando alternativas analógicas.