Opinión SUSTENTABILIDAD

Sostenibilidad en el sector agropecuario: Cómo los biomas saludables conectan los suelos, alimentos y la salud humana

por Eugenio Liu

Economía Circular en el sur de Chile

Hace unos días, tuve el honor de participar como charlista y moderador para uno de los paneles de expertos en el AgriFood Summit Araucanía 2025. Aunque mis intervenciones se centraron en modelos de economía circular para el sector agropecuario, el evento me dejó reflexionando profundamente sobre como la salud de nuestros suelos y la sostenibilidad de nuestros sistemas alimenticios están profundamente conectados a nuestra salud.

Varios expositores presentaron evidencias fascinantes sobre cómo mantener un bioma saludable en el suelo —esos miles de millones de microorganismos que viven bajo nuestros pies— lo cual es fundamental no solo para una agricultura sostenible, sino también para la calidad de los alimentos que producimos y, en última instancia, para nuestro propio bioma humano y nuestra salud.

La vida oculta bajo nuestros pies

Un suelo sano está repleto de bacterias, hongos, protozoos y otros microorganismos. Estas comunidades invisibles tienen un rol fundamental:

  • Liberan nutrientes para las plantas al descomponer materia orgánica.
  • Aumentan la resiliencia de las plantas frente a plagas y enfermedades, reduciendo la necesidad de pesticidas.
  • Mejoran la estructura del suelo, ayudando a retener agua y evitar la erosión.
  • Secuestran carbono, contribuyendo a combatir el cambio climático.

En la economía circular, estos organismos del suelo son auténticos “trabajadores naturales” que cierran ciclos, reciclan nutrientes, reducen residuos y disminuyen la dependencia de insumos sintéticos.

Tener un suelo biológicamente activo no solo es bueno para las plantas: también es bueno para nosotros. Las investigaciones demuestran que las plantas cultivadas en suelos ricos en biodiversidad suelen tener mayor densidad de nutrientes (minerales, vitaminas, fitoquímicos), producen más compuestos beneficiosos para la salud (como polifenoles y antioxidantes), y son más resistentes, lo que implica menos residuos químicos en nuestros alimentos.

Cuando comemos alimentos provenientes de suelos sanos, alimentamos no solo nuestro cuerpo, sino también nuestro propio microbioma humano: esa vasta comunidad de bacterias en nuestro intestino que influye en todo, desde la inmunidad hasta la salud mental.

Este vínculo entre la salud del suelo y la salud humana ilustra perfectamente que la economía circular no trata únicamente de reciclar materiales. Se trata de regenerar los sistemas naturales para que cada parte del ciclo —suelo, plantas, animales y seres humanos— pueda prosperar.

La economía circular, nuestra salud y el caso para un modelo regenerativo

Prácticas circulares dentro de ciclos biológicos (diagrama mariposa de la economía circular) como son devolver materia orgánica al suelo a través del compostaje o digestato y diseñar sistemas productivos que mantengan los nutrientes en ciclos locales, reducen/eliminan el uso de fertilizantes químicos que provienen del petróleo. Esto tiene un efecto multiplicador que impacta directamente en la mitigación del cambio climático.

Pero además un suelo sano con una bioma robusta produce plantas con un mayor contenido de minerales y micronutrientes, haciéndolos más resilientes y reforzando de forma natural sus sistemas inmunológicos. Esto reduce y, según los agrónomos expertos presentes en el evento, elimina el uso de pesticidas.

En otras palabras, al mejorar la biodiversidad del suelo se construye un sistema alimenticio más saludable, resiliente y sostenible que, considerando los recientes descubrimientos vinculando el bioma humano a muchas enfermedades y el tremendo impacto negativo que tienen los residuos orgánicos sobre el cambio climático, la agricultura regenerativa debería pasar a ser casi un tema de infraestructura para la salud pública.

Desde la mirada empresarial un modelo de economía circular, es decir la agricultura regenerativa, no solo resuelve problemas de salud pública, del cambio climático, sino que reduce costos productivos al reducir desperdicio y al valorizar residuos orgánicos. Bastante redondo y elegante si me preguntan a mi! Actores del sector con visión estratégica y buscando diferenciación deberían considerar seriamente el vuelco a un modelo más sostenible, circular y regenerativo.